1- Introducción
Cuando hablamos de Mesopotamia, hacemos referencia a una región del continente asiático, y que albergó a varios pueblos, cuyos desarrollos fueron comparables con el de la civilización egipcia.
Los Sumerios son el pueblo que conformó la base de las civilizaciones en Mesopotamia, desarrollándose más tarde civilizaciones como los Acadios y los Asirios, quienes no solo tomaron como eje de su vida los aportes antes descubiertos, sino que también construyeron y aportaron con sus propios conocimientos nuevos elementos.
2- Ubicación
Uno de los primeros lugares donde surgió la civilización fue en Asia, entre los ríos Tigris y Éufrates, en la zona geográfica conocida como Mesopotamia, término griego que significa justamente “entre ríos” (meso: entre, potamos: río).
Y fue precisamente esta característica la que permitió a los pueblos asentarse en este lugar: la cercanía con afluentes. Uno de los requisitos básicos para el desarrollo de la agricultura y la ganadería, se relaciona con la reserva de agua. Y los ríos que confluyen en esta zona son el elemento principal que permite que esta civilización haya podido asentarse en esta zona geográfica, teniendo acceso o salida al mar mediterráneo y al golfo pérsico.
Al ubicarse cercano a los afluentes del Tigris y el Éufrates, la civilización mesopotámica tuvo acceso permanente a tierras muy fértiles, así como la conexión que tenían con el continente africano y el lejano oriente, también permitió el intercambio con otros pueblos, compartiendo diferentes culturas y conocimientos entre ellos.
3- Sistema político y económico
Los sumerios, el pueblo que habitaba este territorio hacia el año 3700 antes de Cristo, canalizaron el Tigris y el Éufrates para regar los campos y evitar los estragos de las inundaciones que cada cierto tiempo asolaban Mesopotamia. De esta manera el ser humano fue apropiándose del espacio y transformándolo a partir de sus necesidades. Lo anterior, permitió que fueran formándose pequeños pueblos, que con el paso de los años se transformaron en grandes ciudades conocidas como Ur, Nippur, Uruk y Lagash.
Respecto de su sistema político, se conformaron en lo que conocemos hoy en día como ciudades-Estado amuralladas, donde cada una de ellas tenía un gobierno independiente, en las que las viviendas más cercanas pertenecían a los gobernantes, las clases más poderosas y el templo religioso.
El gobernante de cada una de estas ciudades tenía poder político, militar y religioso, pudiendo decidir y organizar la vida de las personas en torno a estos tres aspectos. Este vivía en el sitio más importante de la ciudad: el templo principal o Zigurat, que se levantaba en honor del dios patrón de la urbe.
Dicho Zigurat era un centro ceremonial, religioso y sede del poder político, por lo que se conformaba como la institución más importante de administración económica. Al servicio del templo se trabajaban una gran cantidad de tierras, de modo que los gobernantes distribuían la producción económica, hacían préstamos y supervisaban y controlaban gran parte del comercio, por supuesto, todo con la ayuda de diversas personas que eran consideradas parte de la administración y empleados de confianza del gobernante.
Su economía se basaba en la agricultura y la ganadería, aunque también eran destacados artesanos y comerciantes, actividades que les dieron gran riqueza e importancia dentro de la región.
“La agricultura y el comercio se intensificaron y organizaron dentro de una economía urbana: la primera, mediante la introducción de las técnicas de la irrigación, el barbecho y el uso de los abonos con el único objeto de conseguir un excedente de alimentos con el que poder comerciar; el segundo, ampliando sus productos hasta incluir, además de la cerámica y las piedras preciosas y semipreciosas, los metales necesarios para la nueva tecnología urbana”. (Fuente: Cano, J. (2003). Introducción a la historia del urbanismo. Valencia: Universidad Politécnica de Valencia).
Uno de los elementos claves que permitieron el desarrollo de la agricultura y la ganadería fueron la introducción de diversas técnicas que permitían mejorar la producción, con lo que se generaban excedentes o “sobrantes” de alimentos que luego se podían comercializar, siendo una especialización de ciertas personas que se dedicaban exclusivamente a estas tareas.
Lo segundo, es que se dedicaron también a la fabricación y manipulación de metales, indispensables para el crecimiento y desarrollo urbano de las distintas ciudades que componían este eje.
4- Sociedad y cultura
Parte de los grupos sociales de la civilización Mesopotámica son las siguientes:
Grupos sociales de Mesopotamia | ||
Libres (awilum): Grupo dominante compuesto por el rey y su familia, los sacerdotes y funcionarios reales, los grandes propietarios de tierras y los más importantes comerciantes y artesanos. | Súbditos (mushkenum): Aunque podían ser propietarios, dependían del Estado para su subsistencia y no podían viajar sin autorización. Eran campesinos y artesanos que trabajaban para el templo o el Estado y estaban obligados a participar en las campañas militares. | Esclavos (wardum): Considerados propiedad del Estado, de un templo, o de particulares, no tenían derechos. Había quienes perdían su libertad por deudas (y podían volver a comprarla) y los prisioneros de guerra. |
La invención de la escritura
Otro de los elementos valiosos y destacados de la cultura de Mesopotamia, es la invención de la escritura. La escritura permite plasmar los pensamiento o ideas que queremos retener a través del tiempo, cuidando que nuestra memoria o el traspaso de forma oral no lo haga desaparecer.
Una de las motivaciones que llevaron a Mesopotamia a crear un sistema de escritura era la necesidad de administrar mejor la vida política, económica social y religiosa. Este sistema fue uno de los primeros en el mundo (aún se discute entre los científicos si fue Sumer o Egipto el primer lugar en que se inventó la escritura).
Con el paso del tiempo, esta escritura fue cambiando. En sus inicios, estaba compuesta principalmente de objetos e ideas (ideogramas), y que poco a poco fueron agregándose signos que van representando diferentes sonidos (fonogramas).
Cada uno de estos signos era “impreso” en una tablilla fabricada con arcilla con un tallo de caña, una herramienta que permitía dejar una marca similar a la de un clavo o “cuña”, llevando a la denominación de la escritura “cuneiforme” (con forma de cuña). Una vez impresa la escritura en dicha tabla de arcilla, se procedía a cocer, lo que la solidificaba y la hacía más duradera.
Otro de los aportes culturales de los Sumerios fue el calendario lunar y el sistema aritmético, que se representaba de una forma bastante compleja, considerando el tiempo. Tiempo después, en el mismo territorio mesopotámico, en el año 1900 a.C., otra civilización, la babilónica, dio lugar al primer código de justicia: el código del rey Hammurabi.
El código de Hammurabi
Te invito a leer un extracto de este código, para realizar un posterior análisis del mismo:
“Ley 6: Si uno robó el tesoro del dios o del palacio recibirá la muerte y el que hubiere recibido de su mano el objeto robado, recibirá la muerte.
Ley 8: Si uno robó un buey, un carnero, un asno, un cerdo o una barca al dios o al palacio, si es la propiedad de un dios o de un palacio, devolverá hasta 30 veces, si es de un mushkenum, devolverá hasta 10 veces. Si no puede cumplir es pasible de muerte.
Ley 195: Si un hijo golpeó al padre, se le cortarán las manos.
Ley 200: Si un hombre libre arrancó un diente a otro hombre libre, si igual, se le arrancará su diente”. (Fuente: Fragmento del Código de Hammurabi. 1760 a. C).
Como puedes apreciar, este código aplicaba un tipo de justicia, estableciendo castigos para quienes cometan diversas faltas. Desde aquí proviene el dicho de “ojo por ojo y diente por diente”, que proviene efectivamente de la ley 200 de este código.
Los Sumerios fueron los primeros en utilizar la rueda, el estudio de las matemáticas, la astronomía y la medicina; estudios que fueron complementados, por ejemplo, con el estudio del cielo y las estrellas, visualizando diversos descubrimientos astronómicos, siendo destacado Sargón el Viejo, en el año 3.000 a. C. Del conjunto de estas observaciones surgió posteriormente el horóscopo basado en las constelaciones astrológicas.
Los sumerios desarrollaron el sistema sexagesimal basado en el 60, que fue aplicado en la geometría para la medición de ángulos, y también es usado en la actualidad para el conteo del tiempo: hora de 60 minutos y minutos de 60 segundos.