Introducción
Para comenzar, te quiero invitar a realizar un pequeño ejercicio: imagínate en la antigüedad, en aquella época en que aún no existen ni el saber ni los conocimientos más básicos con los que hoy contamos. No sabemos en qué consiste el fuego, no conocemos lo que origina un trueno ni sabemos qué son esas lucecitas en el cielo por la noche. Nos encontramos desprovistos de cualquier explicación para esos fenómenos que nos ofrece la naturaleza. ¿Cómo crees tú que te sentirías si de repente, en medio de una tormenta, una luz invasora ilumina todo, en medio de la noche?, ¿qué pensarías de aquél fenómeno?, ¿o quedarías indiferente? ¿o acaso el desconocimiento del fenómeno te provocaría, a lo menos, curiosidad? Lo más probable es que el asombro afloraría de manera inmediata. Y luego la curiosidad por saber de qué se trata… y surgen las preguntas. Surge la necesidad de saber. La búsqueda del conocimiento. Así es como se encontraron algunos hombres y mujeres en la antigüedad, sin los conocimientos que tenemos hoy, pero con muchas preguntas ante todo ese universo de fenómenos que los rodeaban. Y es en estas condiciones, más otros importantísimos factores sociales, culturales, incluso geográficos, en los que se origina la filosofía occidental. Te invito a que conozcamos más en detalle aquellos factores que permitieron su surgimiento.
1- El Origen y el comienzo
En el origen de la filosofía convergen muchos factores y de diversa índole, los que dieron la posibilidad de que surgiera esta actividad reflexiva y que muchos desconocen. Y es que la filosofía no nació por casualidad, así sin querer, cuando a algún personaje extraño de la antigüedad se le ocurrió comenzar a reflexionar y le quiso dar un nombre a esa actividad que denominó filosofía. La filosofía la podemos traducir como el amor o atracción por la sabiduría y el conocimiento, y el filósofo o filósofa será quien persigue y que busca la sabiduría, no necesariamente es una persona sabia.
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Etimológicamente Filosofía se divide en dos raíces: philos, que significa amor, atracción, y sophia, que hace referencia a la sabiduría. |
Para comenzar a hablar del origen de la filosofía, necesitamos partir por una aclaración conceptual: cuando hablamos del origen de algo nos referimos a aquello que impulsa el despliegue de ese algo, aquellos factores que empujan a que algo sea; por otro lado, cuando hablamos del comienzo, nos referimos a un momento situado en la historia. Por ejemplo, si hablamos de una carrera de automóviles, no decimos que la carrera se originó, si no que decimos “la carrera comenzó”. Así mismo, cuando hablamos de una duda, un cuestionamiento, no decimos que nuestra duda comenzó con tal o cual cosa, si no que algo originó esa duda.
2- Las condiciones que hicieron posible el origen de la filosofía
El comienzo de la filosofía en occidente se puede situar en el siglo VI a.C., en Grecia, específicamente en Mileto (lo que hoy corresponde a Turquía). En ello se involucraron diversos factores: por un parte están las características geográficas, y por otra, las características políticas. Mileto, en aquellos tiempos, era un puerto donde se lleva a cabo una nutrida y creciente actividad mercantil. El comercio marítimo permitió que la sociabilidad entre sus habitantes y los mercaderes o viajeros diera paso a un continuo intercambio cultural, incluyendo las civilizaciones orientales, desconocidas hasta ese entonces. ¿Puedes imaginar lo que es encontrarse con una persona que, además de tener rasgos físicos diferentes a los tuyos, o a los que estás acostumbrado/a a ver, también posee creencias, tradiciones y costumbres diferentes? Resultaría por lo menos extraño y nos generaría cierta curiosidad. Esta misma extrañeza ante lo novedoso nos señala la posibilidad de que nuestras costumbres, aquello en lo que creemos o nuestras tradiciones, no sean las únicas, por lo que podrían fácilmente ser cuestionadas.
Desde la perspectiva política, la democracia en Mileto suponía la isonomía (igualdad ante la ley) y la isegoría (derecho de todos a participar en asambleas), lo que permitía e incitaba que los ciudadanos libres tuvieran una vida política activa y participativa, lo que tuvo consecuencias importantes en el desarrollo del razonamiento (lo veremos en más detalle en el siguiente apartado). La organización social que existía en Grecia en la época incluía a la esclavitud, por lo que los grupos de la élite disfrutaran de su tiempo libre, es decir, de tiempo de ocio. Ese tiempo -tan escaso hoy-, favorecía la contemplación de la realidad y la sociabilidad de los ciudadanos, permitía la discusión y el diálogo permanente entre ellos, sobre política, ética, física, estrategia, entre otros diversos temas. Esto, como te podrás imaginar, desencadenó en un enriquecimiento cultural y amplió los horizontes del saber hasta lugares impensados.
A estos dos factores, el geográfico y el político, se suma también el religioso. En aquella época la religión (que se basaba en los clásicos mitos griegos) perdía reconocimiento: los mitos ya no saciaban la curiosidad ni el deseo de explicar los fenómenos que inquietaban a las personas y no había una organización estructurada que guiara a los devotos. Así, a falta de este fundamento que era la tradición, el pensamiento no encuentra límites. Están dadas las condiciones para el despliegue de nuevas formas de pensamiento.
3- Factores impulsores del origen de la filosofía
La naturaleza, el espectáculo que ofrece el universo completo que rodea a los griegos del siglo VI a.C., provoca en el espectador un profundo asombro y admiración, y con ello, la sensación de incertidumbre por estar desprovistos de los saberes que explican tales fenómenos. De la mano del asombro surge la curiosidad, y nace la pregunta.
El asombro ante el espectáculo del cosmos impulsó a las personas a preguntarse por aquello que generó el asombro: la capacidad de asombrarse ante el universo dio paso a las primeras reflexiones filosóficas, puesto que generan la duda ante lo que parece natural u obvio. ¿Qué es todo esto que nos rodea? ¿De dónde proviene lo que observo? ¿Cuál es el sentido de ser de este fenómeno? ¿Cuál es la finalidad de la vida? ¿Cuál es el origen de todo lo que me rodea?
Todo el cuestionamiento que surge a partir de la observación y contemplación de estos fenómenos naturales, del espectáculo de la naturaleza y de las relaciones o fenómenos sociales entre las personas, se plantean ahora más allá de interpretaciones mitológicas. Ya no se busca en los dioses las causas de los fenómenos que inquietan a los seres humanos; ahora se busca una respuesta racional que provenga del uso del pensamiento. Se origina la filosofía, cuando se pasa del mito al logos (pensamiento organizado y ordenado en una secuencia lógica); cuando se supera la explicación simbólica, basada en poderes y criaturas sobrenaturales, y la reemplaza por la explicación racional, es decir, basada en el exclusivo uso de la razón. Así es como nacen los denominados filósofos presocráticos o cosmogónicos, pues se preguntaban por el origen del cosmos y buscaban respuesta fuera de toda explicación mitológica. Como podrás suponer, esto sólo fue posible por una religiosidad libre de dogmas.
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A propósito de estas mismas preguntas y la actitud contemplativa que las genera, hay una anécdota muy conocida. Reflexionando en torno a estas mismas cuestiones se encontraba un día Tales de Mileto paseando por los jardines de la ciudad y observando el cielo, no se percató del pozo que había ante él y se cayó. La sirvienta, que lo observaba y vio lo que ocurría, se burla de él refiriéndose a cómo se empeñaba el filósofo en encontrar respuestas sobre los astros y no es capaz, siquiera, de ver lo que hay frente a sus narices.
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Las características políticas de la época se centraban en la democracia (igualdad y participación) y la soberanía de la asamblea. Estas favorecieron el desarrollo del pensamiento, pues se dio lugar a la participación activa del ciudadano libre en las discusiones en torno a leyes y principios reguladores. Este tipo de discusiones y reflexiones contribuyó en el desarrollo de una racionalidad más abstracta. En esta racionalidad de niveles más elevados de abstracción, también hace su aporte el uso de la moneda; un objeto con valor de intercambio “universal”, no subjetivo, no particular; damos paso a un razonamiento más abstracto.
Sin una religiosidad rígida, con la falta de un fundamento que explique la génesis de lo que nos rodea y provoca asombro, y por otro lado, con el constante espacio de diálogo y discusión sobre leyes, ejercitando el pensamiento abstracto, más algunos factores socio-económicos (esclavitud-élite-ocio y las condiciones de estar en un puerto-mercado con el constante ir y venir de extranjeros) que contribuyen a ampliar aún más el acervo cultural, tenemos las condiciones suficientes para que el despliegue del ejercicio racional dé como resultado un nuevo tipo de pensamiento, de actitud y, por qué no, de estilo de vida: surge la filosofía.
