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Diversas Interpretaciones de una obra Narrativa

17 años > Lengua y Literatura > Construyendo interpretaciones literarias colaborativas

1- Contextualización

Estamos inmersos en un mundo en qué todo lo que observamos y experimentamos, si bien, tienen base legitima y objetiva, también tiene la riqueza denotativa de ser interpretada. Es decir, a pesar de que las cosas “son” concretamente definidas y existen convenciones sociales para así comunicarnos, estas pueden ser vistas de diversas perspectivas, a partir del criterio, las experiencias, los ideales y las creencias de cada persona. 

El arte en general es interpretativo, a pesar de que, por ejemplo, al observar un cuadro podremos mencionar objetivamente lo que vemos, también existe la posibilidad de relacionar los elementos que la componen, relacionar estos elementos con nuestras propias ideas y conocimientos, y así interpretarla. 

Un ejemplo concreto es la exposición de Nicanor Parra, profesor de física y Antipoeta chileno. En el año 2006, Parra realizó una intervención de arte sobre su obra “Artefactos”, en el Centro Cultural La Moneda Obras Públicas. En la entrada a la exposición, el antipoeta presentó una polémica instalación llamada “El pago de Chile”, en la que colgó “ahorcados” a los presidentes que ha tenido el país (excepto a Bachelet). 

La exposición tuvo diversas reacciones, algunos interpretaron la obra con humor, incluso adhiriendo al mensaje de Parra. Otros interpretaron la obra como una “falta de respeto”, no concordando con la propuesta. Incluso estuvo al borde de ser censurada, conflicto que desató el despido de la directora del espacio, Morgana Rodríguez, quien terminó, sin embargo, siendo la productora de las exposiciones de Parra. 

 

 

¿Qué interpretas sobre esta obra? ¿Por qué muchas veces las personas no coinciden en la forma en la que valoran las obras de arte? Reflexiona.
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2- Aclaremos conceptos claves

En la clase aprenderemos a interpretar una obra narrativa, específicamente un cuento. Para ello, es necesario comprender qué implica la habilidad de interpretar y sus conceptos relacionados. 

 

Puedes profundizar este tema en la Guía de contenidos 3° medio:

 “Interpretación de obras literarias”

 

2.1- ¿Qué es interpretar?
La interpretación es una habilidad fomentada desde los primeros años de escolaridad en relación a la comprensión de textos. En este sentido, cuando nos enfrentamos a la interpretación de una lectura, lo primero que debemos considerar es el propósito de esta, definido por el tipo de texto; por ejemplo, empezar por reconocer si es literario o no literario. Al tratarse de un texto literario, los propósitos son los siguientes: 

 

Narrativo Narrar una historia en un espacio y tiempo determinado.
Lírico Evocar los sentimientos
Dramático Presentar un conflicto a través de un diálogo

 

Interpretar es la acción de determinar la función o finalidad de un elemento textual para atribuirle un sentido de lectura coherente con el contexto de lo leído. Ese procedimiento es denominado “sentido de lectura”, y cómo vemos, implica también la habilidad de relacionar, puesto que debemos generar nexos entre los elementos del texto, su función y nuestro conocimiento. Así también, se relaciona con la habilidad de inferir, ya que implica deducir ideas implícitas.

 

2.2- ¿Qué diferencia hay entre interpretar e inferir?
Interpretar es otorgar un sentido, es traducir lo que menciona el texto, y explicarlo o aclarar el significado de aquello. Inferir es la habilidad que implica deducir aquella información implícita del texto, observando palabras claves, considerando las pistas que nos puedan otorgar las ideas explícitas.

Las inferencias que realicemos de un cuento o una novela nos ayudarán a interpretar mejor el conflicto, las acciones y características de los personajes, nos ayudará a interpretar de mejor manera la secuencia de hechos y el desenlace. 

Tanto para inferir como para interpretar, es importante reconocer las ideas que se plantean en el texto y su relación con lo dicho anteriormente, sumando a ello los conocimientos previos del lector. 

Observemos el siguiente ejemplo del cuento “La noche boca arriba”, de Julio Cortázar: 

 

(…) 
La ceja le dolía apenas, como un recuerdo. Se vio otra vez saliendo del hotel, sacando la moto (1). ¿Quién hubiera pensado que la cosa iba a acabar así? Trataba de fijar el momento del accidente, y le dio rabia advertir que había ahí como un hueco, un vacío que no alcanzaba a rellenar. Entre el choque y el momento en que lo habían levantado del suelo, un desmayo o lo que fuera no le dejaba ver nada (2). Y al mismo tiempo tenía la sensación de que ese hueco, esa nada, había durado una eternidad. No, ni siquiera tiempo, más bien como si en ese hueco él hubiera pasado a través de algo o recorrido distancias inmensas. El choque, el golpe brutal contra el pavimento. De todas maneras, al salir del pozo negro había sentido casi un alivio mientras los hombres lo alzaban del suelo. Con el dolor del brazo roto, la sangre de la ceja partida, la contusión en la rodilla; con todo eso, un alivio al volver al día y sentirse sostenido y auxiliado. Y era raro. Le preguntaría alguna vez al médico de la oficina (3). Ahora volvía a ganarlo el sueño, a tirarlo despacio hacia abajo. La almohada era tan blanda, y en su garganta afiebrada la frescura del agua mineral. Quizá pudiera descansar de veras, sin las malditas pesadillas. La luz violeta de la lámpara en lo alto se iba apagando poco a poco (4)

 

(1): Inferimos que el protagonista tiene un accidente en moto. Pero no recuerda, está desorientado.
(2): Efectivamente tuvo un accidente y perdió el conocimiento.
(3): El motorista se encuentra en un hospital, está siendo tratado. 
(4): Se infiere que está acostado en una cama del hospital. Está delirando o tiene pesadillas. Quizás se desmaya o se está quedando dormido.

 

2.3- ¿Cuál es la importancia de conocer diversas perspectivas de los personajes y el narrador?
La palabra “perspectiva” se define como “la manera de representar uno o varios objetos en una superficie plana, que da idea de la posición, volumen y situación que ocupan en el espacio con respecto al ojo del observador”. Cuando hablamos de “perspectiva” en literatura, nos referimos al sitio o posición desde donde se observa o vivencia la situación narrada. Por ejemplo, si lo que se cuenta proviene de la voz del narrador heterodiegético, tenderá a ser más objetivo frente al conflicto de la historia, que un personaje protagonista o antagonista, por lo que adoptarán diversas versiones de la misma situación. 

 

 

Entonces, podríamos decir, que el conflicto que se narra tendrá diversas perspectivas a partir de la posición o rol que tenga la voz narradora, ya sea el narrador o un personaje. 

 

 

3- Análisis de un personaje para interpretar sus acciones

Al analizar y caracterizar a un personaje, se debe escoger desde qué perspectiva se valorarán o evaluarán sus características, actitudes y proceder en general. Por ejemplo, si analizaremos al antagonista, la perspectiva del narrador sobre este personaje puede ser más objetiva que la del protagonista (subjetiva), ya que sobre este último recae el mal. 

Entonces, según lo anterior, antes de comenzar el análisis, debes escoger desde qué perspectiva observarás al personaje, pues de ello dependerá la postura que adopte. Para analizar al personaje según cierta perspectiva, debes seleccionar las citas que otorguen información sobre qué piensa el personaje o narrador, respecto al personaje que se va a analizar. Por ejemplo, de la saga “Harry Potter”, se analizará a Voldemort. Si tomamos la perspectiva de Harry, probablemente obtendremos características negativas, basadas en el conflicto entre estos dos personajes. Sin embargo, si adoptamos la perspectiva de Bellatrix Lestrange, se considerarían justificaciones y aprobaciones al accionar de Voldemort.  

A continuación, presentamos algunos criterios que puedes utilizar para analizar y caracterizar a un personaje de un cuento o novela. Puedes agregar los criterios que consideres necesarios, según la característica de tu personaje. 

 

Personaje que se analizará  
Desde la perspectiva de  

 

PAUTA PARA ANALIZAR UN PERSONAJE
Criterios Respuestas
Importancia del personaje en la historia  
Rasgos o personalidad del personaje  
Rasgos físicos del personaje  
Hito o hecho que marcó su vida, que justifica su actuar  
Comportamientos que justifican el carácter del personaje  
Valores, ideología o moral del personaje  
Motivos de su actuar o rol en la historia  
Percepción del personaje sobre sí mismo  
Evolución del personaje a través de la historia  
Relación con otros personajes  

 

3.1- Construye tu interpretación
Realiza el mismo análisis, adoptando la perspectiva de más de un personaje, o del narrador, de esta manera podrás obtener una caracterización más profunda y completa. Luego, integra ambas visiones (o más) en una interpretación personal en la que presentes una hipótesis de lectura. Finalmente, formula tu texto interpretativo. Puedes realizarlo través de un comentario, columna de opinión, ensayo, etc. 

 

 

4- Pasos para realizar una interpretación

A continuación, presentamos un resumen de la estrategia entregada. Recuerda que mientras lees, se recomienda tomar notas, subrayar acciones, observar con atención la conducta de los personajes, seleccionar citas y realizar un esquema que ayude a concretar tus ideas. 

 

 

 

5- Ejemplo y aplicación

 

Qué vergüenza
Paulina Flores

 

PAULINA FLORES (Santiago de Chile, 1988) es escritora. En 2014 ganó el Premio Roberto Bolaño por el cuento que presentamos en este número.

“¿Cuánto falta? Estoy cansada”, se quejó Pía, y resopló y arrastró los pies pesadamente.

 “Shhh –la calló Simona, su hermana mayor–, deja de molestar.”

 Llevaban más de una hora caminando por el lado de la calle en que pegaba más fuerte el sol. El padre iba unos pasos más adelante. Se había dado cuenta muy tarde de que la sombra iba por el frente, y los autos que bajaban acelerando por Bellavista ya no les permitían cruzar (1). De todas formas, no tenía sentido pues quedaba poco camino, y la numeración impar a la que se dirigían estaba por ese lado, el del sol. 

 

(1) Se infiere que no tienen dinero para taxi o bus, están en verano, hace calor y han caminado bastante. 

 

“¡Papá! ¡Estoy cansada!”, gritó Pía, y se sentó en el suelo caliente con las piernas extendidas. El padre no pareció escucharla y siguió andando. 

“¡Papá!”, gritó con más fuerza. Él se dio vuelta y, sin decir palabra, la aupó con brazos resignados y siguió con ella a cuestas. Pía asomó la cabeza tras la espalda de su padre, como un títere saliendo a escena. Se abrazó a su cuello con fuerza y sonrió victoriosa. Simona alzó las cejas y miró fastidiada a su hermana, para darle a entender cuánto trabajo daba el que fuera tan pequeña. Aunque eso no le evitó sentir cierta amargura. 

También está cansada, pero ya es demasiado grande para que su padre la cargue. Es el año 1996. Las niñas tienen nueve y seis años. Su padre, veintinueve, y está cesante. 

Simona tuvo que apurar el paso para alcanzarlo. Los pasos de su padre se volvieron aún más largos y rápidos. Caminaba con la mandíbula apretada y parecía serio, por lo menos desde donde ella lo alcanzaba a ver. Está nervioso, pensó Simona. Claro que verlo así de tenso no la entristeció como otras veces, sino que la hizo inflar el pecho de orgullo. Significaba que a su padre le importaba lo que estaba sucediendo. Y lo que estaba sucediendo, lo que estaba a punto de suceder, era idea de ella. 

 

 

Metió la mano al bolsillo de su vestido y apretó el anuncio y el mapa como si se tratara de un boleto ganador. 

El orgullo también provenía de la satisfacción de saber que ella sí entendía lo que sentía su padre, no como su hermana chica que hacía problemas por todo. Porque era ella quien había pasado todas esas noches con la oreja pegada a la pared oyendo las peleas de sus padres. Y las mañanas siguientes se había levantado a buscar en el diccionario todas esas palabras que ellos se decían y que para ella eran desconocidas. E incluso buscaba algunas que sí había escuchado antes, pero que en su opinión no calzaban con su padre: fracasado, cobarde, egoísta

Simona se afligía, pero a la vez le encantaba sentirse parte de la solemnidad de los conflictos adultos. Eran el tipo de responsabilidades que venían con el cargo de hermana mayor. Desde principios de las vacaciones de verano todas las mañanas eran caminatas largas y extenuantes. Por el Centro, por Providencia, por Las Condes. En general, lugares lindos, limpios y modernos. Lejos de la comuna en la que ellos vivían. El padre había quedado cesante hacía mucho, pero con las niñas en casa, de vacaciones, no le quedaba otra que salir con ellas a repartir los currículos o asistir a las entrevistas (2). La madre dijo que no podían quedar solas. Utilizó la palabra abandonar, “no puedes abandonarlas en la casa”. 

 

(2) Se infiere que caminaban bastante porque no tienen auto ni dinero para taxi o comodidades.

 

Al principio a él le pareció un fastidio. Su esposa se estaba desquitando (3), podría haber hecho más esfuerzos por conseguir a alguna vecina vieja y desocupada que las cuidara. Luego pensó que en realidad no era tan mala idea. Quizá le diera algo de ventaja. Si lo veían llegar con dos niñas, tal vez se compadecieran de él y le dieran el puesto. 

 

(3) Se infiere que la esposa está enojada con él, quizás el motivo sea el estar cesante.

 

“Acuérdense de pensar en algo triste”, les decía a sus hijas antes de entrar a las oficinas. 

“¿Como que mamá y tú se mueran?”, preguntó Pía, confundida, la primera vez que su padre se lo pidió. Sus ojos se volvieron acuosos y palpitantes. 

“No, no. No eso. No tan triste –se corrigió el padre–. Lo que quiero decir es que no se anden riendo, ni jugando, ni haciendo chistes mientras me esperan. Quiero que hagan como si estuvieran tristes. Tristes de mentira, como hacen las actrices en la tele…, y después yo las invito a comer papas fritas y nos reímos los tres solos.” 

Pía sonrió aliviada y feliz ante la idea de las papas fritas. Pero al rato sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas cuando, ya sola con su hermana, Simona le dijo: “¿Sabes lo que pienso yo para estar triste? Que papá y mamá van a separarse.” Simona alzó la vista y miró desafiante al sol. Tantas veces le habían advertido que no lo hiciera y ahora, totalmente confiada, pensó que era capaz de recibir todos los rayos. Porque esta mañana sería diferente. Esta mañana triunfarían y valdría por todos los esfuerzos y fracasos anteriores (4). Y ella había planeado todo. Por fin serviría su ayuda.

 

(4) Se infiere que llevan varias entrevistas de trabajo fracasadas, pero Simona siente que su plan si funcionará.

 

Intentaba colaborar desde hace mucho. Por las tardes se sentaba en la mesa de la cocina, junto a su padre, y, con su propio montón de diarios a cargo, buscaba cualquier aviso laboral que apareciese. Lo marcaba con destacador fluorescente, lo recortaba con cuidado y lo pegaba en una hoja blanca que, después, colmada de anuncios, archivaba en una carpeta rotulada Avisos clasificados para papá. Al final del día se la entregaba con la gravedad que merecía el asunto. 

El hecho mismo de que su padre encontrara trabajo no motivaba su entusiasmo y dedicación. Tampoco el deseo de acabar con las peleas de sus padres o los apuros económicos. Lo que ella ansiaba lograr era que su padre volviese a ser el de antes (5)

Al principio, cuando se enteró de que lo habían echado, no pudo evitar sentir una gran satisfacción. No se lo dijo a nadie, pero estaba muy contenta. ¡Por fin disfrutaría de su padre todo el día! ¡Todos los días! Y más encima en vacaciones; parecía un sueño. Nada se interpondría en sus juegos: ni el trabajo, que lo dejaba tan cansado por las noches, ni su madre. 

Porque su madre parecía el mayor obstáculo. Nunca la dejaba pasar tiempo con él: acaparaba y dominaba cada aspecto de su vida. La de ella y la de su hermana menor. Les servía las comidas, las llevaba al colegio, a los cumpleaños, a comprar ropa. Cuando su padre llegaba del trabajo, seguía adjudicándoselo todo: revisando las tareas y las mochilas, secándoles el pelo tras el baño, vigilando que se lavaran bien los dientes, arropándolas en la cama y apagando la luz. Apenas recibía el “buenas noches” cuando su padre se levantaba a ponerle llave a la casa. ¡Qué decir de los domingos! Cuando por fin podía disfrutar de él, su madre lo frenaba con retos: “No la molestes, Alejandro”, gruñía cuando él se abalanzaba sobre ella para comenzar una guerra de cosquillas. “¡Es una niña!” Lo mismo en el almuerzo, cuando su padre empezaba con el chiste de “quien termina primero ayuda a su compañero”: “Déjalas comer tranquilas.” Simona no quería que la dejara tranquila, no quería que su madre la defendiera. Ella sabía que se trataba de bromas, y le gustaban. Pero su madre no lo entendía, y se quejaba con sus amigas diciendo “es como tener un hijo más” o “siempre me deja como la mala de la película”.

Pero ocurrió que al quedar cesante las cosas fueron todavía peores. Y entonces Simona se dio cuenta de que había un muro aún mayor que la separaba de su padre. 

El primer día, ella se levantó muy temprano, ansiosa por regalonear con él en la cama (6). Corrió a su pieza y al girar la manilla notó que estaba con llave. Dio unos golpes suaves, pero la puerta siguió cerrada hasta la hora de almuerzo. Cuando su padre por fin apareció, estaba malhumorado y se quejó de que su esposa no dejara nada para comer. Tras preparar unos tallarines pegajosos y unas vienesas medio crudas, les dijo a ella y a su hermana que de ahora en adelante tendrían que hacer las camas y repartirse el aseo de la casa. Luego volvió a encerrarse. No hubo bromas ni cosquillas. Su padre salía únicamente para ir al baño, con la cara desaliñada y cada vez menos saludable. Y se enojaba por cualquier cosa que hicieran. Por cosas que nunca antes le molestaban, como que ella cantara las canciones de La Sirenita, su película favorita. Antes siempre cantaban juntos La Sirenita, y recitaban de memoria los diálogos (7). 

“Pobres almas en desgracia” era su preferida y la que mejor les salía (8).

 “Este es el trato –decía su padre imitando la voz malévola de la bruja Úrsula– (9), haré una poción mágica que te convertirá en humana por tres días. ¡Tres días! Antes de que se ponga el sol el tercer día, tú tendrás que haber logrado que el príncipe se enamore de ti, es decir, que te dé un beso. No uno cualquiera, sino un beso ¡de amor verdadero!” A su padre le deleitaba esta última frase y a ella también. 

 

(5) y (6) Se infiere que Simona esperaba pasar tiempo con su padre.

 

(7), (8) y (9) Se infiere que la niña valora pasar tiempo con el padre, lo sencillo la hace feliz.

“Si me convierto en humano –respondía Simona como la inocente y dudosa Ariel–, ya no veré a mi padre ni a mis hermanas.”
 “Así essss…, pero… tendrás a tu hombre. Es difícil decidir en la vida, ¿no crees, Ariel?” 

Simona estaba segura de que su padre la quería, pero intuía que había algo que lo hacía sentirse solo, y que todo el amor que ella podía darle no lo ayudaría, sino todo lo contrario. De un modo extraño e inexplicable parecía debilitarlo y hacerlo sentir aún más solo. Creía que aquella soledad se relacionaba con una de las palabras que su madre había mencionado en las peleas, y que también había buscado en el diccionario: vergüenza (10).

 

(10) Simona, por ser una niña pequeña no comprende la situación, sin embargo, intuye, que el padre no quiere defraudarla, por ser su hija, tiene obligaciones con ella.

 

Así que cuando un par de tardes antes vio el aviso del casting fue como un milagro caído del cielo. ¿Cómo es que no se había dado cuenta? ¿Cómo no se le había ocurrido antes si era tan obvio? Ella buscando avisos para maestros, panaderos, auxiliares, guardias, vendedores, choferes y más guardias, sin darse cuenta de lo mal que debían hacer sentir a su padre esas ofertas. 

Mientras caminaba sacó el recorte de su bolsillo y lo leyó una vez más: 

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Fecha de publicación: 06/03/2024

Última edición: 06/05/2024

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