1- Introducción
En la actualidad, vivimos en sistemas de Estado que se consideran democráticos, puesto que plantean diversas libertades, derechos, deberes y responsabilidades, tanto de los ciudadanos como de las diversas naciones que la conforman. Es más, podemos ver que, en el mundo, estas naciones se interrelacionan entre sí, bajo esta perspectiva democrática.
Sin embargo, ¿sabemos qué es la democracia? ¿sabemos por qué llegamos a implementar este modelo en las diversas repúblicas? ¿cómo se conforma el Estado a partir de la base democrática? Los invito a reflexionar sobre estas distintas temáticas, las que se encuentran muy en boga en nuestros días, comprendiendo la base teórica de cada una de ellas.
2- ¿Qué es la democracia?
Antes de comenzar, te invito a que reflexiones respecto de la democracia, mediante el análisis de las siguientes imágenes. ¿Qué son y qué representan? ¿Cuál es la característica de la democracia a la que alude?
El análisis anterior nos permite situarnos dentro de los aspectos de la democracia que a caracterizado nuestro sistema: el sistema de elecciones, la conformación del Congreso y la existencia de partidos políticos son algunos de los tópicos que conforman a nuestra democracia. A continuación, revisaremos cuáles son las bases de dicho sistema.
Para lograr explicar qué es la democracia, te invito a leer y reflexionar sobre el texto que se presenta a continuación:
“La democracia ha sido intermitente y sufrido larguísimos períodos de ausencia. Ella no ha sido, ni con mucho, la protagonista principal de la historia política de Occidente, entendiendo por protagonista principal a aquella figura del teatro de la política que permanece en escena mucho más tiempo que los demás actores del reparto. Hoy, ya entrado el siglo XXI, y más o menos desde el siglo XVIII en adelante, estamos acostumbrados a ella. Se ha asentado como la forma de gobierno de la mayoría de los países, pero las democracias reales que conocemos hoy no rankean igual en cuanto a su proximidad con lo que podríamos considerar una democracia ideal. Unas están más cerca, otras lejos, y algunas incluso muy lejos. Y para mayor preocupación, hoy es el completo edificio democrático el que parece estar sacudido por un fuerte movimiento telúrico que no cesa y por otros momentos pareciera acelerarse peligrosamente. La democracia, que hace ya rato da fuertes señales de alarma, está sacudiéndose incluso en países que considerábamos asísmico y en los que se pensaba que no habría temblores.
Las democracias reales están aquí y ahora, mientras que la democracia ideal se encuentra en el horizonte. Y según popularizó Eduardo Galeano, ‘yo me acerco dos pasos y ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve entonces la utopía? Para eso sirve, para caminar’. Para caminar y eventualmente diez pasos hacia la democracia, ella retroceda solo nueve. Como sostuvo Max Weber, no lograríamos lo posible si no se intentara una y otra vez lo imposible, o –agregar por mi cuenta– si no se intentará simplemente mejor”. (Fuente: Squella, A., Democracia ¿crisis, decadencia o colapso?, Ed. Universidad de Valparaíso, Valparaíso, 2019, p. 14)
A partir de este texto, podemos inferir un elemento importante de la democracia: su intermitencia a lo largo de la historia. Lo anterior, ya que decimos que la democracia proviene de Atenas, en Grecia, siendo el sistema político más relevante y el gran legado de dicha civilización a nuestra cultura occidental. Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XVIII, con las primeras fuerzas independentistas en contra de los sistemas monárquicos, que se pensó en privilegiar un sitial importante para la democracia en los diversos países del mundo, estableciendo sistemas políticos basados en lo anterior.
Otro elemento importante es que la democracia es frágil. Muchas veces nos encontramos con diversos problemas en los países que dificultan la aplicación completa y real de un Estado democrático, donde se han visto situaciones en las cuales se defienden los intereses personales de unos grupos privilegiados, en desmedro de la búsqueda del bien común, la cual siempre debe primar. Por eso, se habla de “temblores” ocasionales, los que sin embargo, deben siempre superarse, buscando prevalecer la democracia como eje central de la vida de las personas.
Leamos el siguiente texto:
“El término “democracia” proviene del griego antiguo. Fue acuñado en Atenas en el siglo V antes de Cristo a partir de las palabras “demos” (pueblo, población) y “kratos” (gobierno, poder, autoridad), es decir, un gobierno del pueblo. Hoy entendemos a la democracia como un régimen político donde la titularidad del poder la ejerce el pueblo a través de mecanismos institucionales. En el mundo contemporáneo, existe una pluralidad de ideas, concepciones y usos para el concepto de democracia. En la mayoría de los casos, la palabra “democracia” es usada no solo como forma de gobierno, sino como sinónimo de libertad, de igualdad, de gobierno de mayoría, de justicia social, de fraternidad, de participación, de respeto a las minorías, etc. Por otro lado, la democracia constituye un régimen político que implica no solo una forma de gobierno y una estructura económica social en el que todos los miembros de la nación están llamados a intervenir en su dirección, en pro del interés común. La idea de democracia implica también valores, actitudes y conductas democráticas. Esto se entiende así, pues el fundamento de la democracia es el reconocimiento de la dignidad de la persona humana. Como todas las personas son merecedoras de respeto y consideración, la forma en que nos conducimos como sociedad debe respetar la opinión de todos. Las personas son libres, lo que implica que tienen la facultad de decidir y elegir; esta libertad permite tomar decisiones en forma responsable. La democracia es reconocida también como la forma de organización social y política que mejor garantiza el respeto, el ejercicio y promoción de los derechos humanos (Robinson y Zalaquett, 2008). Relación que puede verse en el artículo 21(3) de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: ‘La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se debe expresar mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto’ ”. (Fuente: Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, Guía de Formación Cívica, ed. BCN, Santiago, 2016, p. 85 y 86. Disponible en: https://www.bcn.cl/formacioncivica/detalle_guia?h=10221.3/45660).
Desde aquí, logramos comprender que, si bien la democracia es arte fundamental para el funcionamiento de las instituciones de las distintas naciones, también conlleva una forma de vida, asociada a la libertad y el respeto a los Derechos Humanos de cada persona. Es desde este elemento, por cuanto la democracia toma una real significancia: el poder del pueblo para la búsqueda del bienestar del pueblo. Por lo tanto, es importante considerar que la democracia no debe ser solo ir a votar en las elecciones, sino relevar aquellas ideas que promuevan el bienestar común, nunca dejando de lado el real significado de lo que supone una vida democrática.
En resumen, entender que la democracia ha sido construida para acceder a mayor bienestar social y con el propósito de alcanzar su forma ideal. En este sentido, se puede ahondar en que es una forma de gobierno, con un funcionamiento y características propias, pero, además, reflejo de principios y valores acordados por la sociedad. En este sentido, la democracia da cuenta de cómo se concibe al ser humano, su dignidad, la organización de la sociedad y el bien común.
Lo anterior, nos lleva a considerar otros elementos claves en democracia: sus valores. Revisémoslos a continuación:
– La dignidad de la persona: reconocimiento y valoración integral de todos los individuos por el hecho de ser personas. Todos, cualquiera sea su sexo, orientación sexual, identidad de género, edad, etnia, estirpe, condición de discapacidad, condición socioeconómica y cultural, tienen una misma dignidad inalienable. Al ser todos iguales, nadie puede imponer sus ideas sobre otro, así como los gobiernos serán legítimos por cuanto respeten lo anterior.
– La libertad: característica de toda persona humana que la trae consigo al momento de nacer. Ella le permite optar o elegir, tomar decisiones, definir su vida personal y social. La libertad es inherente a nosotros mismos y puede permitir tanto aciertos como errores.
– La igualdad: valor que se reconoce a todas las personas humanas por igual. Esto se consagra, a nivel constitucional, en la igualdad ante la ley y el derecho a no ser discriminado arbitrariamente; la universalidad del voto, entre otras.
– Respeto, promoción y garantía de los derechos humanos: el Estado está obligado al respeto de los derechos de las personas, a promoverlos y garantizarlos a través de normas jurídicas, políticas públicas y mecanismos eficaces ante un poder judicial independiente. Asimismo, todos los ciudadanos deben promover dicho respecto en su diario vivir.
– La autodeterminación del pueblo o la soberanía popular: constituye el reconocimiento efectivo de que el pueblo, es decir, el conjunto de ciudadanos-electores a través del sufragio universal, tiene la capacidad y el poder de elegir el tipo de gobierno que estime conveniente con total independencia y libertad, con pleno respeto a los derechos fundamentales.
Asimismo, estos valores democráticos se traducen en características claves de dicho sistema, los cuales son:
– Participación: Un régimen no puede ser democrático a menos que garantice a sus ciudadanos los derechos de participación política, incluyendo el derecho a voto, así como todas las garantías para que los ciudadanos ejerzan efectivamente dicha participación
– Estado de Derecho: Los ciudadanos son iguales ante la ley. Las leyes son conocidas públicamente, universales, estables, no retroactivas (salvo excepciones) y aplicadas de manera justa y consistente a todos los ciudadanos por un poder judicial independiente.
– Competencia: Debe existir competencia regular, gratuita y justa entre los distintos partidos políticos. Dependiendo del tipo de sistema electoral, existirá mayor o menor alternancia en el poder. Lo anterior es fundamental para que existan diversas visiones de las problemáticas que requieren las personas que sean resueltas y cómo deben resolverse.
– Rendición de cuentas o accountability vertical: La obligación de los líderes electos a responder por sus decisiones políticas, tanto a los electores como a otros cuerpos constitucionales.
– Libertad: Parte de las dimensiones sustantivas de la democracia. Puede verse como constituyente de tres tipos de derechos: políticos, civiles y sociales. Dichas libertades deben ser resguardadas por cada uno de los gobiernos, de manera tal que siempre estén presentes en la vida cotidiana de las personas.
Teniendo como base todo lo anteriormente planteado, nos damos cuenta que los diferentes países deben propender al cuidado de cada uno de estos elementos, para que la democracia sea parte del sistema político, pero que también permee los demás ámbitos de la vida en sociedad: la economía, la cultura, los sistemas sociales, etc.
3- El Estado
Para entender el proceso de conformación de los Estados, hagamos una breve revisión histórica: Los seres humanos siempre han buscado congregarse, primero en grupos familiares, bandas o clanes, y luego en organizaciones con distinto grado de complejidad. Los Estados son una de estas formas históricas de convivencia, con características determinadas y tienen preponderancia en el mundo moderno. Es por ello que la organización de las personas en Estados data desde los inicios de la Edad Moderna, cuando vemos la conformación y organización política de lo que se conocía en dicho entonces como “Estado-nación”.
En palabras simples, el Estado implica una forma de organización social, la cual se basa en la creación de diversas instituciones soberanas, que permiten regular la vida en común de un grupo de personas, dentro de un territorio que está delimitado. Sobre los elementos del Estado, volveremos más adelante.
Dentro de las diferentes acepciones que se le han dado al Estado por parte de diversos estudiosos, tenemos los siguientes en este cuadro-resumen:
Autor |
Concepto de Estado |
Nicolás Maquiavelo. “El Príncipe” (1513) |
“Todo los Estados, todas las dominaciones que han ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres, han sido y son repúblicas o principados”. |
Thomas Hobbes. “El Leviatán” (1651) |
“En efecto: gracias al arte se crea ese gran Leviatán que llamamos república o Estado (en latín civitas) que no es sino un hombre artificial, aunque de mayor estatura y robustez que el natural para cuya protección y defensa fue instituido”. |
John Locke. “Dos tratados sobre el Gobierno Civil” (1689) |
“95. Siendo todos los hombres, cual se dijo, por naturaleza libres, iguales e independientes, nadie podrá ser sustraído a ese estado y sometido al poder político de otro sin su consentimiento, el cual se declara conviniendo con otros hombres juntarse y unirse en comunidad para vivir cómoda, resguardada y pacíficamente, unos con otros, en el afianzado disfrute de sus propiedades, y con mayor seguridad contra los que fueren ajenos al acuerdo. |
Max Weber. “La política como vocación” (1919) |
““Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el territorio es un elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima. Lo distintivo de nuestro tiempo es que a todas las demás asociaciones e individuos sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida en que el Estado lo permite. El Estado es la única fuente del derecho a la violencia”. |
André Hauriou. “Derecho Constitucional e instituciones políticas”. (1971) |
"El Estado se define como una agrupación humana fijada en un territorio determinado en que existe un orden social, político y jurídico orientado al bien común, establecido y mantenido por una autoridad dotada de poderes de coerción". |
Georg Jellinek. “Teoría general del Estado”. (2000) |
“Una corporación formada por un pueblo, dotada de un poder de marido originario y asentada en un determinado territorio”. |
Asimismo, considerando elementos claves del Estado como son la soberanía y la búsqueda de un bienestar común, debemos aseverar que existen tres elementos claves para la conformación de un Estado: el humano, el territorio y el poder.
Respecto del primer elemento, debemos considerar que para que exista el Estado, deben constituirse una población de hombres y mujeres, los cuales pueden pertenecer a la misma nación o no, y que se reúnen a partir de una historia o visión en común. Por lo tanto, deben estar dotados de la ciudadanía, elemento clave para la democracia, que les permita una participación política en los países.
Considerando lo anterior, se conforma el segundo elemento, el cual se relaciona con el territorio. Y es que este hace referencia a una porción de la superficie del planeta, la que es perteneciente a dicha población anterior, y es administrada por este Estado, o sea, ejerce soberanía sobre ella. La nación de un Estado requiere de un terreno para vivir, desplazarse, realizar actividades de desarrollo, etc. El territorio guarda riquezas relevantes para el desarrollo de la población que habita en él.
Por último, es relevante hablar del poder. Un pueblo que habita en un territorio requiere de cierta organización para actuar en conjunto. De tal modo, cuando la sociedad se estructura políticamente, surge el Estado. En el seno de esta institución existe organización, lo que implica dirección y normativas que conduzcan a sus integrantes, la nación, hacia los fines propuestos, el bien común.
Esto se hace fundamental para la administración correcta del territorio y la convivencia de este grupo de personas, ya que, si no existe una regulación del ejercicio del poder, cualquiera podría imponer su voluntad.
La necesidad de una autoridad, de un poder, se hace imperiosa en una sociedad política tan compleja como la del Estado. De no existir, probablemente se viviría en la anarquía, y las personas no sabrían cómo actuar para lograr un orden y una convivencia justa que les permitieran realizar los objetivos comunes en provecho de todos. Surge entonces como titular de este poder el Estado, y no como un individuo determinado.
Así, el poder del Estado se caracteriza por ser originario (su realidad y cualidades son inherentes e inseparables de su existencia), autónomo (no hay un poder superior al Estado), independiente del exterior (sus decisiones no dependen de fuera del Estado o de otros Estados), coactivo, (ya que posee el monopolio de la fuerza organizada al interior de la sociedad), centralizado (emana de un centro de decisión política al cual la Nación está subordinada) y es delimitado territorialmente (rigiendo en el territorio del Estado y a los habitantes de este).
Todos estos elementos contienen un concepto clave en común: la democracia. Y es que, gracias a la democracia, los Estados se conforman de manera soberana, organizando la convivencia entre las personas que habitan en el territorio, ocupando las riquezas del territorio de manera tal que permitan el desarrollo en pro de todas las personas, y organizando el poder de forma en que se consideren todas las ideas nuevas, se respeten los derechos humanos y se fomente la participación ciudadana.
La Constitución Política de la República de Chile establece que “La soberanía reside esencialmente en la Nación. Su ejercicio se realiza por el pueblo a través del plebiscito y de elecciones periódicas y, también por las autoridades que esta Constitución establece. Ningún sector del pueblo ni individuo alguno puede atribuirse su ejercicio” (artículo 5º).
El Estado cuenta con tres poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, los cuales realizan funciones distintas entre sí. Esta división de poderes permite garantizar mejor la libertad y los derechos de las personas.
Finalmente, la finalidad del Estado, de acuerdo a la Constitución Política chilena, es estar al servicio de la persona humana promoviendo el bien común. De tal modo, debe crear las condiciones que permitan a todos y a cada uno de los chilenos, su mayor realización tanto espiritual como material posible, respetando los derechos y garantías constitucionales.